Era su inconfundible amiga Elaine, eran
inseparables, excepto cuando tenía que trabajar en el bar. Por lo
demás, eran uña y carne.
- Como sé que hoy es un día duro para
ti, te he preparado tu cupcake preferido: magdalena de vainilla,
relleno de caramelo y por encima nata con dulce de leche – dijo
mientras se lo acercaba a la cara.
- Jo, tú si que sabes como animarme.
Pero no me sigas preparando estos dulces que al final se me van a
notar los kilos – una carcajada salió de su boca.
- Tranquila, sólo te lo preparo cuando
sé que lo necesitas. Pero espera cielo, creo que acaba de entrar un
cliente y parece muy guapo... Yo le atiendo y tu se lo sirves ¿vale?
- y se fue antes de que Grace pudiera decidir si si, o si no.
A los minutos volvió su amiga con una
taza de porcelana, bien rellena de un café que parecía delicioso y
con un olor saciable.
- Toma, se la pones en la mesa y le
dices: aquí tiene lo que ha pedido, ¿desea algo más?
- ¿Sólo tengo que decir eso?
-titubeó.
- Sí, sólo eso!!
Con un poco de vergüenza y con sumo
cuidado de que no se le cayera, se acercó hasta la mesa que le había
indicado Elaine. Aquel joven de espaldas al que estaba a punto de
servir le resultó bastante familiar...
- Aquí tiene su café, ¿desea algo
más?
En el momento en el que el joven se
giró, Grace se quedó hipnotizada con sus ojos. Eran de un verde
inusual, en el borde oscuro, y cuanto más se acercaba a la pupila
más claro se volvía. Mezclado con sus grandes y rubias pestañas,
hacías una combinación perfecta. En ese instante, su mente volvió
a la realidad y se dio cuenta de que aquel apuesto cliente le estaba
hablando.
- Disculpe, ¿qué decía?
- Digo, que si serías tan amable de
decirme tu nombre, me da la sensación de que te conozco.
- Ah claro, me llamo Grace Marie -una
leve sonrisa se escapó de sus labios.
- La verdad es que tu precioso nombre
no lo había escuchado antes, pero... -tras una pequeña pausa
continuó- ¿Tú no eras la chica que paseaba hace un rato en el
paseo del puerto?
-¿Perdona? -era él, aquel chico tan
solitario que había visto antes. Y que, precisamente, se había
fijado en ella.
- Siento si te he molestado, solo que
se me ha hecho gracioso ver a la chica que hace unos momentos pasaba
silenciosa por allí -mintió.
- Ah si, si claro, era yo con mi perro
Thor. Bueno, que disfrute de su café, caballero -respondió mientras
caminaba unos pasos. Y de repente algo la cogió apenas sin fuerza de
la muñeca.
- Jon.
- ¿Disculpa?
- Digo que puedes llamarme Jon.
- Oh, encantada Jon.
Y con un sensual pestañeo se giró y
se dirigió hasta la barra de piedra roja del bar, Grace entró en la
pequeña despensa que había detrás a esperar a Elaine, pero por lo
visto tenía varios clientes que acababan de entrar y que tenía que
atender. Así que le dejó una nota encima de su mochila negra con la
ropa de calle contándole todo lo que había pasado con aquel chico y
finalizando su preciosa firma. Antes de salir, cogió a Thor y miró
una última vez a Jon, para su sorpresa, esa mirada fue
correspondida.
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